Para que efectivamente las cárceles constituyan lugares que posibiliten la reinserción social, es imprescindible la existencia de un espacio donde pueda garantizarse el acceso a la educación, debido a que esta constituye una tarea prioritaria en la igualación y nivelación de las oportunidades. Los beneficios que aporta la educación a los internos se conciben en términos de su posibilidad de socialización, y debe enfocarse entonces en lograr que el preso comprenda sus deberes y las normas que regulan la convivencia en sociedad.
Sandra García Pérez, en su texto «Un acercamiento a las bibliotecas de los centros penitenciarios ̈ (2001), también adscribe a la idea de que la biblioteca es una de las herramientas clave en la reinserción, ya que sirve de apoyo a las instituciones para llevar a cabo estas tareas de recuperación del recluso en vistas a que pueda nuevamente vivir en sociedad.
Araus (2015) señala a su vez que los espacios de lectura mejoran la conducta de los internos y sus posibilidades de reinserción social, ya que el hábito lector les permite mejorar su vocabulario, aprender nuevos conocimientos, desarrollar la imaginación y entender que existen otros mundos distintos al de la cárcel. En síntesis se puede apreciar que todas las investigaciones sobre el tema ̈bibliotecas en cárceles ̈ coinciden en que estas influyen positivamente en los reclusos y que son una herramienta clave para facilitar la reinserción social.
La lectura tiene un poderoso valor terapéutico y funciona como un facilitador de la reflexión acerca de la experiencia, ya que posibilita un cambio de posición en los individuos, permite -en un contexto de encierro como la cárcel- que los reclusos logren hallar nuevos sentidos a sus vidas, mediante el análisis crítico de las situaciones, y la adquisición de nuevos valores y formas de relacionarse, lo cual puede resultar fundamental para el proceso de reinserción social, objetivo fundamental para una institución cerrada.
Los hábitos de lectura resultan muy beneficiosos en el proceso de reinserción social de muchos delincuentes que pueden ser caracterizados como ¨comunes¨ ya que no poseen ningún diagnóstico a destacar en sus historias clínicas. No ocurre lo mismo en reclusos con personalidades psicopáticas.
La psicopatía se la ha considerado como un trastorno de la personalidad, aunque investigaciones recientes, dan cuenta de ciertas diferencias en la composición cerebral propia de este tipo de cuadro psiquiátrico, entre sus rasgos psicológicos más estudiados, se encuentran la falta de remordimiento, falta de vergüenza y sentimiento de culpabilidad social nulo, pero quizás el más relevante, sea la falta de empatía. El psicópata puede comprender esta clase de sentimientos, aunque desde una perspectiva meramente racional, fría, calculadora. Por ello, en la bibliografía sobre estos temas, lo más común sea encontrar que su rasgo distintivo es la manipulación.
Desde las neurociencias, estudios recientes han confirmado que existe menos actividad en las zonas de la amígdala, y de la corteza prefrontal ventromedial, relacionada la primera, fundamentalmente con la ansiedad y el miedo, y la segunda con la empatía.
Esto sugiere que los factores ambientales no sean determinantes para conformar una personalidad psicopática, pero sí en conjunción con la genética. La falta de desarrollo del sistema paralímbico resulta clave para comprender estas afirmaciones, y ello puede deberse a un condicionamiento genético. Ciertos estudios con gemelos monozigóticos, han confirmado una correlación de actos criminales del 69%.
Desde otra perspectiva más neurobiológica, se da cuenta del papel de la serotonina, vinculada al comportamiento antisocial, en este sentido existen ciertos neurotransmisores que se asocian con la impulsividad, como la noradrenalina, o el GABA, y aunque estas explicaciones por sí mismas puedan parecer reduccionistas, amplían la perspectiva y permiten identificar factores más allá del ambiente y del proceso de aprendizaje como tal, lo cual interesa sobremanera, en el marco de la readaptación.
No existe hasta el presente ningún estudio que permita un control o regulación en este tipo de alteraciones o que facilite la posibilidad de revertir un cuadro psicopático.
En 32 años de experiencia personal trabajando en bibliotecas en cárceles (1986/2018), pude observar que sujetos como Arquímedes Rafael Puccio si bien fueron reclusos que alcanzaron un alto nivel de educación formal nunca mostraron signos de readaptación social plena.
Referencias:
- Blair, R.J.R (2003) Neurobiological basis of psychopathy. The British journal of Psychiatry, 182(1), 5-7 https://doi.org/10.1192/bjp.182.1.5
- Kiehl, k.(2006) A cognitive neuroscience perspective on psychopathy: evidence for paralimbic system dysfunction.Psychiatry Res. 142: 107-128 10.1016/j.psychres.2005.09.013
- Marietán, H. Personalidades psicopáticas, semiología psiquiátrica. ALCMEON 27, vol 7, n 3. Nov. 1998
- Román, A.M. (2019). Imaginarios sociales de exreclusos sobre la lectura y el sentido de la vida: la función de la biblioterapia en personas privadas de su libertad (tesis doctoral). Universidad Argentina John F. Kennedy, Argentina. Pág. 205
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Román, A.M. (2020). Aportes de las neurociencias a la psicopatía, y el problema de la readaptación social, [día, mes, año de la consulta on line] https://antonioroman.info/aportes-de-las-neurociencias-a-la-psicopatia-y-el-problema-de-la-readaptacion-social/
