Cornelius Castoriadis. Filósofo y psicoanalista greco-francés, fue quien conceptualizó los imaginarios sociales, con la publicación de su libro “La institución imaginaria de la sociedad” (1975). El filósofo vincula el término “imaginarios sociales” a lo socio-histórico, a los procesos de creación por medio de los cuales los sujetos se inventan sus propios mundos. Una de sus principales propuestas fue la construcción de una ontología de la creación y las condiciones reales de una autonomía individual y colectiva. Se destaca, además, su insistencia en el carácter histórico de la producción social, de las instituciones y valores (Miranda Ospino, 2014).
Para Castoriadis (1975), un imaginario social es entonces una construcción socio-histórica que abarca el conjunto de instituciones, normas y símbolos que comparte un determinado grupo social y, que pese a su carácter imaginado, opera en la realidad ofreciendo tanto oportunidades como restricciones para el accionar de los sujetos. De tal manera, un imaginario no se considera en términos de su verdad o falsedad, sino que instaura por sí mismo una realidad que tiene consecuencias prácticas para la vida cotidiana de las personas (Castoriadis, 1975).
Según el autor, existen dos tipos de imaginarios sociales: por un lado, está el imaginario social efectivo o instituido, al que pertenecen los conjuntos de significaciones que consolidan lo establecido, por ejemplo las tradiciones y costumbres de una sociedad; por otro lado, el imaginario social radical o instituyente, el cual se manifiesta en el hecho histórico y en la constitución de sus universos de significación, como pueden ser las nuevas formas de ver y pensar la realidad, las modas, los cambios, etcétera.
El primero está ya dado de antemano, producido a lo largo de la historia; el segundo es lo nuevo posible. Lo instituido opera desde las significaciones sobre los actos humanos, estableciendo lo permitido y lo prohibido, lo lícito y lo ilícito. Ordena y regula las relaciones y acciones dentro de una sociedad, la mantiene unida y cohesionada. Se refiere a este como ¨imaginación segunda¨, de carácter especular, meramente reproductiva, imitatoria o combinatoria. Constituye un pensamiento heredado, al que Castoriadis (1975) denomina pensamiento conjuntista identitario.
Lo instituyente, en cambio, opera sobre lo que no está presente. Crea una fisura en el orden establecido, instituido, implica la transformación social. Con el término “radical”, hace énfasis en la capacidad de invención y de creación de la psique. Es lo que permite a esta última producir representaciones, formular lo que no está, ya que la psique humana se caracteriza por la autonomía de la imaginación, en tanto produce un flujo representativo no sometido a un fin determinado. El psiquismo humano está en la base de la capacidad humana del simbolismo, de la posibilidad de crear signos, es decir, hacer posible el lenguaje.
Lo imaginario radical es el conjunto de esquemas organizadores; es la condición de representabilidad de lo que una sociedad se ofrece a sí misma. Se denomina también “imaginario primero”, para referirse a la capacidad de crear lo que no es dado como tal en los encadenamientos simbólicos del pensamiento ya constituido. Castoriadis (1975) plantea a la Imaginación radical como un atributo de la psique que permite aleborar un flujo constante de representaciones, afectos, deseos y situaciones. En este sentido, el imaginario social radical constituye una matriz creativa desde la cual se hace posible una sociedad o institución humana que resulta un producto novedoso, de la acción de los hombres (Cabrera, 2006).
Gracias a este tipo de imaginario la sociedad crea lo nuevo. En este sentido, se trata de una capacidad. La emergencia de nuevas instituciones implica nuevas maneras de vivir, por lo cual es una constitución activa: “El imaginario radical es incognoscible; sólo es dable acercarse a él como condición de posibilidad y representación de lo ya dado y representado” (Cabrera; 2006, p.95).
En relación a los dos tipos anteriormente desarrollados, lo imaginario tiene, para el filósofo, dos vertientes. La primera está referida al imaginario social instituyente o imaginario radical; la segunda, al imaginario efectivo o instituido, a la psique. Ambas constituyen las dos dimensiones irreductibles de lo imaginario, a saber, el imaginario social e individual, respectivamente, que se relacionan dialécticamente y se encuentran en constante tensión.
Referencias
- Cabrera, Daniel H. (2006). Lo tecnológico y lo imaginario. Las nuevas tecnologías como creencias y esperanzas colectivas. Buenos Aires: Biblos.
- Castoriadis, C. (1975). La institución imaginaria de la sociedad. Tusquets Editores, Barcelona.
- Miranda Ospino, E. A. (2014) El imaginario social bajo la perspectiva de Cornelius Castoriadis y su proyección en las representaciones culturales de Cartagena de Indias. Universidad de Cartagena. Facultad de Ciencias Humanas. Programa de Filosofía. Cartagena de Indias.
- Román, A. M. (2019). Imaginarios sociales de exreclusos sobre la lectura y el sentido de la vida: la función de la biblioterapia en personas privadas de su libertad (tesis doctoral). Universidad Argentina John F. Kennedy, Argentina. Páginas 48 a 50.
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Román, A. M. (2019) Imaginarios sociales, instituidos e instituyentes, [día, mes, año de la consulta on line] https://antonioroman.info/imaginarios-sociales/