Hannah Arendt en su obra «La condición humana» hace referencia a la dimensión biopolítica de la modernidad. La vigilancia constante del ciudadano o la posible instauración de un estado policial frente a un nuevo orden público no es una lejana teoría distópica, como la novela 1984 de George Orwell, es una posible realidad global que nos interpela frente a las consecuencias de la pandemia del Covid-19.
La biopolítica es un concepto desarrollado por el filósofo Michel Foucault y alude a la relación entre la política y la vida, y surge de su libro «Nacimiento de la Biopolítica: Curso de Collège de France«. Foucault (1980) plantea que iguales mecanismos pueden ser asumidos a su vez, por grupos sociales e intelectuales contestatarios como medios de resistencia frente a los poderes opresivos, e incluye en estas prácticas también el poder que se ejerce sobre los cuerpos. Para el análisis de las relaciones de poder, Foucault se basa en dos modelos: el que nos propone el derecho, el poder como ley, prohibición, institución, y el modelo guerrero o estratégico, en términos de relación de fuerzas.
La preocupación básica del filósofo es la relación genealógica del poder con el saber como fenómeno que produce verdad, y cómo a través de esta verdad se legitima la exclusión, el dominio y el castigo en el cuerpo social. Foucault busca realizar un análisis de la maquinaria de poder, entendiéndola como tecnología específica con tácticas y estrategias, que generan discursos que se imponen como verdades (Ceballos Garibay, 1994).
No obstante Hannah Arendt siempre abordó temas de filosofía política, los totalitarismos, crtica al modernismo y con la influencia teórica de Jaspers y Heidegger aborda las nociones de «ser humano» y «ser libre» como una misma idea, que es parte central en la discusión sobre los Derechos Humanos.
Como entiende Arendt, ser humano significa estar entre otros. Los hombres, como animales políticos que son, se organizan a través de la comunidad, principalmente a partir de la acción. Ésto es definido por la autora como la única actividad que tiene lugar directamente entre los hombres, sin la intermediación de las cosas de la materia.
Esta condición humana de la pluralidad, resulta necesaria para la acción porque todos somos lo mismo, es decir, humanos, de tal manera que nadie es igual a nadie que alguna vez haya vivido, que viva o vaya a vivir. Por lo tanto, la pluralidad abarca una condición aparentemente contradictoria de la humanidad: cada hombre es simultáneamente igual y distinto. Somos iguales en el sentido de que todos somos seres humanos, pero somos distintos en la medida en que no se pueden intercambiar dos personas entre sí como resultado de la historia personal y la perspectiva únicas de cada hombre.
La idea de pluralidad es, por lo tanto, crítica para la definición de libertad de Arendt, porque para que el hombre actúe -expresándose a través de sus palabras y acciones- debe existir en un ámbito pluralista, lo que a su vez le permite vivir entre otros en una variedad de relaciones. Sólo dentro del contexto de la pluralidad el hombre puede contribuir e interactuar con la vasta red de comunidades del mundo.
«El aislamiento y la soledad no son lo mismo. Puedo estar aislado … sin estar solo; y puedo estar solo … sin estar aislado»
Hannah Arendt
La concepción de Arendt de lo humano no es una esencia inmutable, no es algo que esté dado biológicamente, sino que sólo adquiere significado en relación con las condiciones que circunscriben su existencia. Para Arendt, el ser humano está condicionado a ser, ya que todo lo que toca o entra en una relación sostenida con la vida humana asume inmediatamente el carácter de una condición de la existencia humana.
El ser humano emerge y adquiere significado en relación con las circunstancias del mundo en el que se encuentra. Ésto no quiere decir que el humano sea un estado pasivo, un mero receptáculo de cualquier cosa que el mundo pueda verter en él.
Arendt distingue entre el mundo y la naturaleza, con el mundo como el contexto apropiado en el que se manifiesta la existencia humana, en oposición a la existencia de nuestra especie: nuestra realidad biológica, perteneciente a la naturaleza. El mundo y el ser humano están, por lo tanto, mutuamente implicados, en la medida en que el mundo existe en virtud de los seres humanos, al mismo tiempo que condiciona a sus creadores.
Otro autor que aborda al individuo desde lo bio-psico-social es el Dr. Oscar Oro quien distingue claramente las nociones de persona y personalidad. Al concepto de personalidad, lo entiende como la organización dinámica en el individuo del conjunto psicofísico que elabora ajustes particulares en su entorno y consigo mismo, orientados por una ordenación intelectual de los valores (Oro, 2005). Este autor comienza planteando que el ser vivo es una unidad inseparable, inescindible; que a su vez es singular y diferente a los demás; por último lo caracteriza como autónomo, en el sentido de que es capaz de dirigir voluntariamente sus acciones.
Asimismo, para dar cuenta del concepto de personalidad primero reflexiona sobre los conceptos de carácter y temperamento. El primero designa la peculiaridad individual del ser humano, las disposiciones psíquicas que posee. El temperamento, en cambio, determina el matiz de las vivencias, lo que emerge del psiquismo y se despliega en el mundo exterior. Las reacciones de los individuos resultan asimismo influidas por el temperamento.
Por otro lado, el término persona da cuenta de “un Yo que dice a su manera lo que le hace sentir” (Oro, 2005), que sigue un proceso en el cual es capáz de elegir las acciones que lleve a cabo, que en el mejor de los casos estarán motivadas por el sentido que la persona le pueda otorgar. En otras palabras, “no sólo es posible el manejo hasta cierto punto, sino que es el punto más elevado que puede alcanzar el hombre”. Ésto implica una libertad para el individuo, limitada por aspectos biológicos y naturales, que entraña la idea de responsabilidad.
Asimismo, desde esta perspectiva, el ser humano resulta capáz de distanciarse de su propia naturaleza y adquirir, gracias a su espiritualidad facultativa, otra dimensión que sólo para él está destinada.
Templo de Zeus (Grecia), Iglesia Ortodixa (Grecia), Ollantaytammbo Inca (Perú), Capilla (Vaticano) y Sagrada Familia (España)
Sobre este aspecto, Oscar Ricardo Oro (2005) plantea –al igual que Arendt- que el ser vivo es una unidad inseparable, inescindible; que a su vez es singular y diferente a los demás, aunque lo caracteriza como autónomo, en el sentido de que es cápaz de dirigir voluntariamente sus acciones, lo que se opone a la idea del condicionamiento que formula Arendt.
En la medida en que la acción implica renovación, la natalidad ahora se une a la pluralidad como los pilares de la comprensión de Arendt en torno a la condición humana. El milagro que salva al mundo es el hecho de la natalidad, en la que la facultad de acción está enraizada ontológicamente.
“La realidad tiene la desconcertante costumbre de enfrentarnos a lo inesperado”
Hannah Arendt
La importancia de la pluralidad para la comprensión de la condición humana, le permite a Arendt argumentar que la política es un dominio especialmente importante en la vida humana.
La pluralidad constituye el ámbito político, y la pluralidad humana se expresa como singularidad individual y particularidad colectiva. Hombres y mujeres iguales en su igualdad humana, que a su vez se manifiesta solo en la distinción absoluta entre uno y otro, tal como ya se expuso. La semejanza, como la singularidad y la pluralidad, se convierten en la representación de lo que constituye nuestra humanidad común: somos un producto terrenal humano, el producto de la naturaleza humana.
La igualdad política, por lo tanto, es lo opuesto a nuestra igualdad ante la muerte, que como el destino común de todos los hombres surge de la condición humana, o de igualdad ante Dios, al menos en la interpretación cristiana, donde nos enfrentamos a una igualdad de la pecaminosidad inherente a la naturaleza humana.
Retomando la cuestión de la libertad, pero vinculada al plano de la política, ésta última era vista como el reino de la libertad, mientras que el hogar era el de la necesidad y la dominación personal. Arendt argumenta que en la modernidad sucede lo contrario: la política se trata como el dominio del poder y la dominación, mientras que la esfera privada -desde la familia hasta el mercado- está más cerca de las ideas de libertad, autonomía, autenticidad y autorrealización.
De hecho, su argumento sobre el surgimiento de lo social se centra en la idea de que las interrelaciones entre lo público y lo privado no son pristinas en los tiempos modernos.
La libertad humana así creada puede percibirse como casi insoportable: los asuntos humanos solo pueden seguir la ley de la mortalidad, que es la ley más segura y única confiable de una vida que transcurre entre el nacimiento y la muerte. Solo la facultad de acción interfiere con esta ley, porque interrumpe el curso automático inexorable de la vida cotidiana. El peligro al que nos enfretamos hoy es que la política en nombre de la ciencia, efectúe una vigilancia constante del ciudadano operando sobre la libertad individual que es fundamento de los Derechos Humanos.
«Es cierto, por primera vez en la historia, todos los pueblos de la tierra tienen un presente común … Pero este presente fáctico común no se basa en un pasado común y no garantiza en lo más mínimo un futuro común».
Hannah Arendt, 1953, sobre armas atómicas»
Referencias
- Arendt, H. (2009) La condición humana. Buenos Aires: Paidós.
- Ceballos Garibay, H. (1994). Foucault y el poder. México DF: Editorial Coyoacán.
- Foucault, M. (1980). Microfísica del poder. Madrid, Editorial La Piqueta.
- Oro, O. (2005). persona y Personalidad
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Román, A. M. (2020). COVID-19 Libertad individual y biopolítica: Michel Foucault y Hannah Arendt [día, mes, año de la consulta on line] https://antonioroman.info/covid-19-libertad-individual-y-biopolitica-michel-foucault-y-hannah-arendt/